12 de junio de 2012

Del amor y chingaderas varias

Lo cierto es que son las 11:11 de la noche, mañana tengo clase tempra y debo de terminar de resumir un artículo sobre bacterias a base de Arsénico en sustitución al Fósforo, MUY DIVERTIDO. Pero aquí estoy pensando, por quincuagésima vez en mi corta existencia, en el amor, y proponiéndome a escribir al respecto porque ya no me lo puedo sacar de la cabeza. Y es que es una locura, porque no sé NADA al respecto. Y antes que nada, debo aclarar que no me refiero al amor familiar, ni a la amistad, ni a la devoción o la filantropía; en concreto me refiero al romance, las parejas felices y todo aquello que nos hace suspirar, ruborizarnos y demás pendejada que se siente padre.

El amor ha inspirado al hombre desde sus albores, desde antes de conformarse como un ser cultural, ha producido desconcertantes obras artísticas, se han levantado y caído imperios por su causa y más importante aún, ha traído felicidad a incontables individuos insignificantes e intrascendentes en un mundo de miseria y desesperanza.

Mis opiniones previas al amor se basan en una frase que dogmaticé muy imaduramente, la cual dice, palabras más, palabras menos, así: "El amor es una mierda". Pero, ¿he acaso experimentado el amor siquiera? ¿es en verdad una mierda? ¿se puede puede tratar como algo unidimensional y absoluto? No, el amor como todo en el mundo, exceptuando las leyes matemáticas y físicas universales, es algo enteramente relativo, tan relativo que es difícil de explicar, al grado de que el Diccionario de la Lengua Española presenta al menos 14 definiciones y ninguna es realmente satisfactoria. Y ciertamente es casi imposible que alguien lo describa con claridad sin la necesidad de recurrir a figuras retóricas, sin llegar a describir fríos campos de penumbra iluminados por un abrazador destello de felicidad inexorable. Sobran las explicaciones científicas al respecto, pero la frialdad de la reproducción sexual, la preservación de la especie y la maquinaria bioquímica no dan el ancho para esclarecer el concepto.

Muchas personas, para ahorrarse la inasequible tarea de explicarlo, se remiten a sugerir la vía empírica al curioso que no ha amado, entonces es ahí donde las opiniones divergen y surge la frase "cada quien habla de como le fue en la feria", en ese sentido el amor cobra una naturaleza dual y entonces, además de ser ese sobrecogedor sentimiento que nos completa, nos alegra y da sentido a nuestra existencia, también es esa abrumadora aflicción que a lo largo de la historia ha cobrado las vidas de un sinnúmero de enamorados sin remedio. Y más allá de esa dualidad entre lo chido y lo culero, el amor se manifiesta de muchas maneras, tanto en el dolor como en la dicha en una sola experiencia.

La gente debate en ocasiones cuál es el amor verdadero, más al intentar consolar al afligido que se desmorona ya sea por la traición, la falsedad, el desentendimiento, el conflicto o el amor no correspondido respecto al ser amado. Ésta última forma de amor es probablemente, además de la más desgraciada, la más despreciada por los defensores el verdadero amor quienes afirman que el amor debe ser mutuo y correspondido. Bajo estos términos, la ferviente pasión, desenfreno y la efervescencia de emociones de la infatuación sin correspondencia, por más vida que infunda al alma, no tiene validez alguna y por extensión un servidor jamás ha amado.

Pero, ¿eso basta para deslegitimar tan insólita sensación? y en caso de así serlo ¿debe uno conformarse emocionalmente y "amar" al primer ser humano que se nos cruce?, ¿qué hay de aquellas tristes y patéticas parejas que permanecen juntos por el pavor a la soledad?, ¿qué hay con el "amor" basado enteramente en el sexo?, ¿aman acaso aquellas mujeres y hombres cuyas vidas se centran en coleccionar relaciones fútiles y falsas?, ¿no llenan un terrible vacío aquellos orgullosos y pedantes sementales promiscuos?, ¿realmente hace falta amar?.

A fin de cuentas no puedo argumentar que no es un sentimiento primordial o esencial, porque en efecto lo es, a nivel social, cultural, biológico y sobretodo emocional. Tampoco puedo afirmar con toda certeza que he amado con más intensidad que las parejas aparentemente "felices" que ve uno en las calles o el transporte público, porque es muy probable que cuando llegue el amor recíproco a mi vida, este amor verdadero, mi corazón explotará y en mi alma anonadada colisionarán aniquilándose millones de hadrones colapsando el universo conocido y entonces me tragaré mis palabras y el escribir todo esto habrá sido totalmente innecesario.

Los amo a todos.   : )

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