3 de mayo de 2012

Nadie agarra la onda.

Ésta gran nación se ha internado en una terrible oscuridad gobernada por la mentira, la muerte, el odio, el dolor y la desesperanza; y en la que están inmersas millones de almas en pena que disimulan y fingen aún estar vivas, fingen vivir en un mundo y un país de ensueño, cegados por el más reciente modelo de teléfono móvil o por la programación pendeja de alguna televisora local luciendo incautos las insignias de la estupidez y la mediocridad.

Como mansas reces de matadero marchan deprisa por la ciudad de un lado a otro, obedientes cada día abordan el transporte público, viajan en aquellos viejos y destartalados microbuses o recorren las galerías y las sombrías grutas debajo de la tierra empapados de sudor. Malhumorados y desganados se desempeñan en sus trabajos de 9 a 5 y malhumorados emprenden la huida cuando la farsa laboral termina, sólo para perpetuar el ciclo.

De vez en cuando la sombra que reina en sus vidas se vuelve evidente cuando ya ha sido demasiado, caen presas de la ira y como caníbales rabiosos se agreden por un lugar en esos vagones atestados, tan cotidiana e inofensiva esta agresión evoluciona hasta convertirse en brutales decapitaciones. El odio al prójimo se vuelve la norma, se abren profundas brechas y con ínfulas cada quién se proclama un ser supremo no merecido por los demás.

Este desdén por el bien ajeno se ha convertido, cínicamente, en una norma de vida, motivo de orgullo para el mexicano quien la aplica a diario lisonjeando su comportamiento, ya bien conocida es aquella cuasi-dogmática frase que no mencionaré, y es que el que ayuda a los demás, es amable y condescendiente es un vil pendejo, mientras que el ojete hijo de puta es un "chingón".

"Es que los mexicanos somos chingones"

Es esta "norma de vida", el chingar al prójimo, la que tiene desolada a esta tierra por la que muchos han muerto sin una lápida que los reconozca. Y es que la chinga no solo ha sido directa y con total descaro, también se le halla sistematizada con el fin de joder sin que nadie se de cuenta, ni siquiera el jodido y eso nos conduce a aquella infalible arma que emplea el hijo de puta: la ignorancia. Si bien es cierto que México está siendo azotado por la violencia y el abuso también la integridad intelectual de sus habitantes está siendo mermada.

Los medios de comunicación de una vía pasaron de ser una breve bendición a ser el verdugo de la razón y el libre albedrío; adormecidas las desesperanzadas ánimas que moran estas tierras contemplan el resplandor sin poder replicar aceptándolo todo, una generación tras otra, asumen verdades a medias, argumentos tendenciosos y complejas mentiras. Y es así que, con las mejores intenciones, llegan a preguntarse: "¿entonces cuál es la verdad?", este obvio fracaso en búsqueda de la verdad lleva a los más sensatos a tomar el pendón del nihilismo y refugiarse bajo la sombra del desinterés y la apatía. Y es que pareciera más placentero el cálido abrigo de la ignorancia que la capacidad de ver la realidad del mundo, tan intolerable se perfila esta realidad que es preferible mirar a otro lado e ignorar todo aquello.

Sea este oscurantismo de la razón involuntario o no, todo ello representa un peligro, no solo para el aletargado nihilista sino para la sociedad en la que está inmerso, incluidos aquellos no tan adormecidos. Esto nos lleva a las elecciones del próximo 1ro de Julio, un tema que muchos por hastío o por las razones antes mencionadas simplemente han decidido ignorar para continuar en el sueño Blackberry, y eso es en realidad algo muy absurdo; tan absurdo como ignorar el instinto de preservación en una situación que amenace tu vida, hasta el más triste de los suicidas se inmuta antes de lanzarse a las frías vías del tren; sólo la pereza intelectual ha logrado que la gente de este gran país no tenga interés alguno por su nación, su bienestar y su futuro. 

Y es que cómo culpar a esta pobre gente; entre la proyección de la película "La Cristiada" y el fútbol a la misma hora de los debates de los contendientes presidenciales, es difícil contemplar al kilométrico monstruo del neoliberalismo que se cierne hambriento sobre los incautos, un monstruo fuera de control que, como hiciera el viejo Cthulhu, enloquece a quién se atreva a mirarlo. Y no es que su titánica magnitud desafíe la comprensión humana, sino que su realidad acongoja a los corazones nobles porque va más allá de una pequeña comunidad, ciudad, estado o país; tiene tal alcance que su erradicación pareciera una causa perdida. Por otra parte algo tan siniestro puesto en marcha por algunos hombres ambiciosos no tiene por qué doblegar la voluntad de las mayorías, porque después de todo no se trata de una invencible deidad sobrenatural ideada por Lovecraft; es un asunto terrenal tan real que repercute en nuestras vidas diarias y es de nuestra total incumbencia. El miedo persiste, infundado o no; el miedo al cambio, a la incertidumbre, a la derrota, a la desaprobación, a la humillación, a la opresión e incluso a la muerte, pero irónicamente estamos inmersos en todo ello y más cobarde aún que ignorar la realidad es recriminar aquellos que luchan por cambiarla.

Esta foto está bien vergas:



1 comentario:

Anónimo dijo...

Chido, muchos ahorita estan esperanzados con un cambio de parte de amlo, al menos en las redes sociales, pero la gran mayoria sin acceso a la informacion osea casi todo mexico va por epn seguramente. Supongo que ese mismo temor, apatia y cansancio hace que votar sea lo mas que podremos hacer por el momento, por sacarle a una revolucion de a deveras, por pendejos o por pura y simple hueva.